martes, 7 de enero de 2014

Sindicatos, desatinados, sin destino



Como viene de canto, aclaro que lo que aquí se diga tiene bastante que ver con la realidad, aunque me consta que hay más de un montón de sindicalistas leales, honrados, decentes y entregados a su labor de delegados y representantes de los trabajadores en las diferentes empresas del país. Lo sé de  primera mano, tengo caras, tratos, amigos y experiencias que así lo prueban. Dicho esto, flagelémonos.
Y otra cosa, hablo de los sindicatos mayoritarios, que los otros, para suerte suya, no han tocado mucha guita.
Los sindicatos son como la Iglesia Católica, IC de ahora en adelante, salvando las distancias y la edad de cada institución. Los sindicatos, unos adolescentes, y la Iglesia, más vieja y pelleja que Carracuca. Pero su trayectoria es la más misma, aunque a escala diferente. Digamos 1:50.
Cuando los seres humanos eran ignorantes y estaban indefensos la IC hizo su agosto, hablo de hace mil años o más. Sólo hace falta dar una vuelta por el país para ver monasterios, iglesias, conventos por doquier y comprobar cómo los agricultores de los alrededores estaban obligados a entregar parte de su cosecha al monasterio de turno, los pescadores parte de lo que pescaban, los padres a las más frondosas de sus hijas, o hijos, depende de las necesidades de los monjes y cómo atesoraban el conocimiento y no lo compartían ni a tiros. No sabían nada estos.
Pero el saber es como el agua, difícil de controlar, y aunque costó sangre, sudor y hogueras se difundió entre la población. Y con el saber llegó el progreso, la libertad y los derechos de los sufridos creyentes. Resultado unos mil años y pico después: La IC vive de recuerdos y del pasado, no encuentra su lugar en esta época y lo que es peor no encuentra curas, que tiene que traerlos de Sudamérica y África. ¿Se dan cuenta?, ignorancia y pobreza.
Pues a escala más pequeña y más próxima en el tiempo, a los sindicatos le está pasando lo mismo.
Aunque ambas situaciones comparten la pobreza, mientras la IC se valió de la ignorancia y la superstición, a los sindicatos le bastó la indefensión de los trabajadores frente a las empresas. Fue hace poquito, salíamos de una dictadura y unos pocos hombres corajudos y de principios férreos habían mantenido el fuego en secreto, mientras hombres, después populares y “respetados”, como Fraga y Samaranch se paseaban por los Paradores (Para más información el Google, se pone “ministros franquistas en democracia” y tira millas).
Cuando el fuego salió a la calle enseguida prendió. Como el cristianismo cuando los leones. Las figuras de Marcelino Camacho y Nicolás Redondo no han dejado de crecer desde entonces. Crecen motu proprio y alimentadas por la simpleza, grisez y falta de empuje de los que le han seguido. Alguno hasta  ha terminado siendo admirador de José María Aznar (En Google, “sindicalista amigo de Aznar”), que estoy temiendo morirme y encontrarme con Marcelino Camacho. A ver cómo le digo sin que se muera otra vez que un Secretario General de CCOO ha terminado siendo uña y carne con un Presidente de Gobierno, hijo putativo aventajado de Fraga, de más que derechas, republicano de EEUU, chulapo y que ha enchufado en la alcaldía de Madrid a su mujer, de alcaldesa, ¡chúpate esa, Marcelino! Le va a dar un soponcio, seguro. No es pa menos. Pero no voy a poder ocultarlo, con la estatura que tiene. Inversamente proporcional a sus convicciones. El reconvertido, digo.
Bueno, pues en aquella época se pusieron las bases del poder que después llegaron a tener los sindicatos mayoritarios españoles. Un poder y unas bases, que nunca debemos olvidar arrancan de la masa social que representan.
Esta masa social, igual que los seguidores de la Iglesia, infieles por naturaleza, se fueron despegando de los sindicatos al ir viendo que dejaban de estar indefensos y que comprometerse sindicalmente tenía su aquel si se quería prosperar en la empresa. Traduciendo: Las primeras asambleas de trabajadores que lo petaban terminaron siendo un remedo de cualquier reunión de comunidad de vecinos.  
Eso, los sindicatos lo tenían que haber previsto, la naturaleza humana, sea empresaria u obrera es así, y no relajarse. Yo lo vi. Agustín Moreno y Salce Elvira, lo sufrieron. Si no me creen, Google al canto.
Pues se relajaron y además se comenzaron a meter en camisas de once varas, que si promociones de viviendas, que si fondos de pensiones y sabían más que nadie de subvenciones.
En total, que terminaron siendo comparsas de los políticos y codeándose con los empresarios y a echar mano de la desafección de los trabajadores para ocultar su incapacidad y falta de imaginación para atraerlos otra vez. Olvidando que no tienen el poder de los políticos, vía Congreso y Gobierno, ni el poder de los empresarios, vía Money. En una palabra, cayeron en la trampa, se olvidaron de dónde venían y cuando quieran retroceder no tendrán ni a los asalariados de Sudamérica y África, como sí le ha pasado a la IC.
Ahora vivimos el punto álgido de esta mimetización con el poder político y empresarial: Se corrompen como ellos, no dimiten tampoco, como ellos, y lo que es peor, le dan un día sí y el otro también excusas a la derecha ultramontana para desautorizarlos e incapacitan a los pocos que vamos quedando para defenderlos.
Con el asunto de los EREs de Andalucía, Cándido Méndez tuvo una oportunidad magnífica de recuperar prestigio y autoridad, dimitiendo. No lo ha hecho. Se ha desconectado de la UGT de Andalucía como Mariano Rajoy de Bárcenas, sin pizca de vergüenza y con una irresponsabilidad tremenda.
Ahora que los derechos de los trabajadores están peor que cuando Franco, el otro día se ofrecía en Coslada un puesto de dependienta con dos meses de prueba sin remuneración, no es una inocentada,
Ahora que había oportunidad de conseguir tener una masa obrera dispuesta a luchar, nuestros líderes sindicales están más preocupados por salvar su culo que por luchar para recuperar un poco de lo mucho que se ha perdido en esta crisis.
 En la Puerta del Sol se manifiestan los indignados sin querer saber nada de los partidos políticos. Contra la Reforma Laboral se manifiestan los trabajadores y no soy capaz de ver aquella marea de banderas sindicalistas que tanto vi en otro tiempo.
El ciudadano de la calle ya tiene en el mismo bombo a Bárcenas y el PP, a Juan Lanza y UGT, a Oriol Pujol y las ITVs, a Urdangarín y la Casa Real…….y de todos ellos, seguro, los sindicatos van a ser los que más van a tardar en recuperarse. Porque no lo olvidemos, son los que más dependen de los ciudadanos, y estos ya andan por otro sitio, PAH y semejantes,  y no volverán. Porque entre más cerca, más te jode que te engañen. Que lo haga Urdangarín, pase, ¡ya se sabe, estos ricos!, pero que lo haga Juan Lanza, ¡si ayer era un muerto de hambre!
¡Bruto!, ¿tú también?
Y sometiéndose a la mimetización, ocurre lo mismo en el mundo sindical que en el político: Los trabajadores siguen votando a quien más los jode o los tiene abandonados, que viene a ser lo mismo: En política al PP y al PSOE, en la sindicales a CCOO y UGT. Hay otros partidos y hay otros sindicatos, ¡Votémosles, coño! y démosles una oportunidad. Igual suena la flauta.

1 comentario:

  1. La diferencia es que ni el PSOE ni CCOO y UGT son experimentos. Los experimentos con gaseosa que dijo aquel.

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