domingo, 16 de noviembre de 2014

Pablo Iglesias: ¿Felipe González o Tierno Galván?



Estoy en PODEMOS porque desde el principio la idea de empoderar al ciudadano me cautivó. De hecho, es algo que tenemos pendiente en España. Como no se ha cansado de repetir Juan Goytisolo, nos perdimos la Reforma, la Revolución Francesa y la Ilustración. Fruto de esta carencia es ahora una sociedad civil atrofiada que no sabe muy bien cuál es su lugar, ignora sobre todo sus derechos.
La crisis ha traído un súbito despertar, sobre todo entre la juventud. El descaro, la arrogancia y la desvergüenza entre la clase política ha llegado a tal punto que empiezan a oírse voces de situación mafiosa y los jóvenes de ahora, que no son los del 78, se han hartado. Han dicho basta. El 15M fue la explosión.
Pablo Iglesias y sus compañeros han sabido catalizar ese descontento. Una idea que se hizo pública por Febrero se ha convertido en Noviembre en un partido con unas expectativas de voto que tiene a la clase política tradicional más que preocupada. La oportunidad es única.
Y guarda muchas semejanzas con la del 78. Muchas. No es de extrañar. Los hombres seguimos siendo los protagonistas y la necesidad sigue siendo la misma: Justicia, Libertad y Democracia. En aquella época yo tenía 23 años y todo me pasó por encima. Empecé a despertar con el referéndum de la OTAN. Pero ya se podía hacer poco. Felipe González reinaba como una vedete de revista. Incluso hasta había bellezas del cine que descaradamente se ofrecían de grupis. Después todo ha sido una pura infamia y nuestro héroe fondón está apoltronado, pontificando, parodia de sí mismo en el Consejo de Administración de una multinacional que apaña dinero para las clases adineradas del país. Y su partido, un montón de corruptos por un lado, con unos nuevos líderes que sobre sus espaldas llevan una herencia que casi no los deja dar un paso. Escuchar a Pedro Sánchez criticar la corrupción del PP mientras son imputados Griñán y Chaves mataría de envidia, si no estuviera muerto, a Berlanga.
Pero no quiero hablar de lo que ya es muy difícil remediar, si no de lo que todavía está por hacer. De PODEMOS y de su líder Pablo Iglesias.
Alguien me va a llamar a raíz de las críticas que voy a hacer mal perdedor, pues me he presentado al CC y he quedado en la posición 500, más o menos, de 900, más o menos, candidatos. Allá ellos. Si me he metido en el proyecto PODEMOS es para actuar con independencia y honestidad. Y para decir lo que me dé la gana y que contribuya a que esto vaya para adelante. Pero no de cualquier forma. Estos días oigo mucho la palabra ganar. Como si ganar fuese nuestro objetivo. Ganar, sea como sea. He oído a Pablo Iglesias hablar de los trenes blindados y me ha dado escalofríos.
Soy de los que piensan que es mejor plantar en el Congreso a 30 diputados respaldados por una población empoderada que 100 con dos cadenas de televisión apoyándonos si es que nuestro objetivo de verdad es cambiar el país. Porque si alguien piensa que los apoltronados se van  a quedar de brazos cruzados viendo como los privamos de sus privilegios está muy equivocado. La batalla será dura y sucia. Y para esa batalla se necesita a la gente empoderada y no delante de la televisión. Se la necesita en las calles y las plazas.
Pero la gente no es fácil de empoderar. Eso lo aprendió, a su pesar, muy bien el profesor Tierno Galván, que elección tras elección se empeñaba en explicar a los españoles lo que era ser ciudadano, en balde. Los españoles, recién salidos de una dictadura, sólo querían otra figura a la que seguir. Al final sucumbió y su partido fue tragado por Felipe González que se lo comió crudo. Le dejo la alcaldía de Madrid un tiempo. Como pago por sus servicios.
Transcurrido el tiempo el recuerdo del profesor despierta admiración y la figura de Felipe González mucha tristeza. Pero en su momento el pueblo escogió.
No sé cuáles son los pensamientos de Pablo Iglesias, sólo se cuáles son sus actos y oigo sus palabras. Y no le encuentro coherencia. Sé que la situación es complicada, que el crecimiento acelerado de PODEMOS obliga a la improvisación y el apresuramiento. La responsabilidad que se le viene encima es enorme, pero no debe caer en la trampa que cayó Felipe González. Ahora la población es diferente. Más preparada, más concienciada para ser ciudadanos reivindicativos y exigentes con los poderes.
El proceso que se ha llevado a cabo en la Asamblea Ciudadana ha sido un proceso nada original, de intenciones soterradas, de hecho lo de las listas abiertas suena a burla. Y da para muchas sospechas. Podía haber optado por presentar al CC a 30 candidatos en vez de a 62. O en la CG haber presentado a 5 en vez de 10. ¿Qué pretende Pablo Iglesias? No lo sé. Pero su trayectoria empieza a sernos familiar.
Pensar que dentro de un tiempo se planteé la posibilidad de cambiar los documentos que el mismo promovió……no es algo que ahora mismo me parezca improbable.
En sus manos está si parecerse más a un valiente y tozudo profesor que quiere transformar a los españoles y darles carta de ciudadanía que a un político encantador pero hueco que se venda como un artículo de consumo….al que la sociedad que vivimos digerirá con toda seguridad.
Aún no es tarde, aún está a tiempo de ser una cosa o la otra. Y por ahora lamento decirlo, no veo las cosas claras.

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