martes, 22 de septiembre de 2015

Grecia.La serie: Domingo, último capítulo de la por ahora última temporada.




Este post es un collage sin pies ni cabeza pero con mucho sentido, común y pésame. Por Grecia y todos los que somos de países como Grecia.
Este domingo pasado se ha cerrado sobre Grecia el famoso collar que había que ponerle al gato de las esperanzas griegas. Y paradójicamente se lo ha puesto el hombre que alimentaba esas esperanzas. Con el triunfo de Syriza se le da carta democrática a la presa que el buitre del Capital ha hecho sobre este país y sus ciudadanos más humildes.
Yo hace meses le voy dando vueltas a lo que está sucediendo en Grecia y no porque no tenga otra cosa que hacer si no porque a este país le han hecho lo que podían hacerle al mío. Y ya se sabe uno el refrán: Cuando a un país veas esclavizar pon el tuyo a correr, a las trincheras, en pie de guerra… o algo así.
Hace un tiempo escribí esto:

El crimen ya cometido. Grecia: Maquiavélica lección de El Capital.
Maquiavelo se hubiese descubierto ante los cerebros que manejan la llamada Troika, en el pasado episodio de enfrentamiento entre el gobierno griego y este grupo de mercenarios habilidosos e implacables, a sueldo de El Capital. La derrota griega ha sido espantosa. No les ha salido nada bien. Y lo que es mejor para ellos, para los mercenarios, y suma dificultad a la hora de valorar los damnificados: No hay muertos, aunque sí mucha infelicidad y pobreza.
Siempre hay un desgraciado por antonomasia en los momentos comprometidos. En esta situación que vive Europa le podía haber tocado a Portugal, a Irlanda, a Islandia, a Italia, incluso a nosotros…hubo un momento en que tuvimos muchas posibilidades… éramos una pieza perfecta para el escarmiento… un país grande, medianamente rico, en la mitad alta de la tabla, con ínfulas….pero la victoria en las urnas de un partido servil al capital contribuyó a que su punto de mira se desviase…. y ya sólo quedó Grecia.
El Capital es como el agua, pero discurre más, si se me permite la gracieta. Es decir, el agua no tiene más aliado que la gravedad y a ella se encomienda. Y por mor de ella siempre busca los caminos por los que puede fluir y si no los encuentra queda embalsada, a la espera de la evaporación o la filtración. O el consumo. El Capital, no. A El Capital no le gusta permanecer embalsado y menos evaporarse. Lo de consumirse no es que no le guste, pero tiene sus preferencias. Lo que sí es cierto es que si no tiene camino, lo hace. Cueste lo que cueste. Y en Europa llegó un momento que esta bestia inmoral e inhumana no se encontraba a gusto. Demasiado esfuerzo para tan poco beneficio, entendiendo beneficio, en un razonamiento absolutamente ramplón y simplista,  como el hecho de que se invierte una cantidad de dinero para conseguir otra más alta, entre más alta mejor. Dejando al margen aspectos tan importantes como el bienestar de los hombres y mujeres, la conservación del ecosistema o la paz y la justicia social. Se imponía un abandono del escenario y la búsqueda de otros aires…y se montó la parafernalia de la globalización. Se nos vendió como algo positivo para los pueblos y los hombres, cuando en realidad, mientras para los pueblos y los hombres era un asunto de comodidad para El Capital era vital. Sin esta globalización su desarrollo se frenaba, se anquilosaba, se ahogaba…se debilitaba y podía surgir otra manera de evolucionar…..menos productiva.
Pero la globalización no arreglaba todo el problema. Y además no permitía toda la rapidez requerida. Demasiados intereses en Europa para abandonarla rápidamente. ¿Entonces? había que crear un modo de paliar las dificultades mientras se van cambiando los muebles.
Nótese la ironía del destino, que mientras a Europa llegan miles de refugiados de los países pobres, El Capital va abandonando Europa en dirección contraria.
Hablaba de cambiar los muebles. ¿Qué hacer mientras? Pues montar una crisis e intentar por última vez una regresión social en el continente que haga que El Capital se muestre cómodo de nuevo. Porque esa es la propuesta: O Europa se vuelve más cómoda para la supervivencia de El Capital… o éste se va. Llevándose lo que pueda.
Y ahí estamos, en plena guerra contra El Capital. Pero, ¿Y quiénes son los contendientes? Pues esquematizando las líneas de fuego, en un lado los que se sienten favorecidos por El Capital y sus leyes. Y por otro, aquellos que desean otra forma de vida más equilibrada entre riqueza, bienestar social y justicia. Y en medio el pueblo. Como siempre. El pueblo, maleable, manipulable, también él con sus debilidades, también él anhelante y dispuesto no siempre, mejor dicho casi nunca a eso de “mejor morir de pie que vivir de rodillas”. Morir duele. Un rompecabezas difícil de cuadrar.
Europa, mejor dicho los europeos, tienen dos caminos. O seguimos en el juego de la sociedad productiva y capitalista. Lo que indudablemente nos traerá días de penuria y sufrimiento. O decidimos cambiar el modelo de sociedad, convirtiendo en piezas arqueológicas conceptos como productividad y beneficio.
La revolución industrial hizo con los campos de trigo lo mismo que la revolución tecnológica ha hecho con las cadenas de montaje. Librarlas del hombre. En aquellos tiempos el hombre se fue a la ciudad. ¿A dónde irá el hombre ahora? ¿Volverá al campo? Pues no sería mala idea. Pero, ¿A hacer qué?
Y ahí lo deje.
Pero antes había escrito,

La deuda de Grecia. ¿Por qué se habla tan poco de los acreedores?
Sobre la deuda de Grecia se habla y no se para.
Está la teoría liberal: Las deudas se pagan. Si no cómo iba funcionar esto. Y sobre lo que es esto nadie da explicaciones.
Y está la teoría llamada de izquierdas: La deuda, cómo y porqué y por qué la tiene que pagar el pueblo si la contrajo una serie de gobiernos corruptos e incapaces.
Y ahí anda el asunto, a vueltas con el deudor.
Evidentemente las posiciones de uno y otro tienen sus argumentos. Parece claro que si alguien tiene deudas deba pagarlas y también parece claro que si el pueblo democráticamente ha elegido a sus representantes también debe cargar con lo que estos hayan hecho, mal o bien. Aunque no es menos cierto que una vez elegidos los gobernantes, controlarlos, redirigirlos,  censurarlos o despedirlos es tarea ardua cuando no imposible. ¿Debe ser responsable el pueblo de los desatinos de unos políticos a los que se elige pero a los que luego se le da carta blanca… o se la toman?
Y ahí lo volví a dejar.

Ayer lunes, lo volví a retomar pues el círculo  se ha cerrado. Y dentro se ha quedado Grecia con una deuda impagable que no preocupa nada a sus acreedores, que dinero tienen un montón…porque el objetivo de la Troika era otro. ¿Se acuerdan de la película Espartaco? ¿Recuerdan al protagonista crucificado y expuesto a la vista de todo el que pasaba por allí? Pues de eso se trata. Y Tsipras mal que me pese ha puesto los clavos. Y me pesa y mucho. Espero que aquí en España se haya tomado nota. San Pablo nos oiga porque a San Pedro y San Mariano se les han acabado las ideas si es que alguna vez las tuvieron y San Alberto ha salido de parranda por España, aireando como ideas nuevas las viejas ideas liberales de nuestras desgracias,  y nos demos cuenta de que si apostamos, apostamos. Con todas las consecuencias.

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