jueves, 11 de febrero de 2016

Izquierdas y derechas, SIEMPRE




(O de cómo se manipulan estos y otros conceptos)

Creo que hoy en día en que tanto se habla de la transversalidad es conveniente romper una lanza en favor de la total vigencia de los conceptos “derecha” e “izquierda”, aunque sólo por mor de evitar la turbiedad y le confusionismo que toda mezcla ocasiona.
Para empezar, el término con que se los combate y se los quiere finiquitar, esa transversalidad tan en boca de todos, para mí que tiene más que ver con ampliar el nicho de mercado que con otra intención. Y uno intenta ampliar el nicho de mercado de su producto, nótese las resonancias comerciales, cuando se percata que hay un mercado descontento con su producto habitual o cuando queremos ampliar el negocio.
Y eso trae como consecuencia la elaboración de un producto menos concreto, más indefinido, ambiguo, equivoco, con el fin de llegar a más clientes, perdón, votantes. O sea, la política ha bajado, mejor, se ha desplazado porque abajo ha estado casi siempre en este país, y ahora con la corrupción mucho más, al mercado. Al lado de las verduras, el pescado, la carne, los coches, los viajes de ocio, la ropa y los espectáculos. ¡Vótenme, vótenme! Ya no soy de izquierdas ni de derechas, soy transversal y si me votan además les daré…..en fin.
Y como casi siempre que te embaucan para que compres algo que no es lo que dice ser, pues luego vienen las reclamaciones. Sólo que en política…..se siente. Vuelva de aquí a cuatro años.
Así que mejor vigilar la transversalidad. Basta con rascar un poco con la mente y enseguida se ve el “llautó”* con el que está fabricado el asunto.
De izquierdas o de derechas. Como siempre ha sido. Incluso antes de que se inventaran los conceptos.
Y ahora voy con ellos.
Yo, siempre, bueno siempre, desde que empecé a pensar en política, he tenido un problema. No consigo explicarme que un hombre inteligente, de corazón honesto, decente y generoso pueda ser de derechas. Ahí debe haber algún otro componente que desestabiliza el compuesto. Un componente maléfico, que introduce la inestabilidad, la intención perversa. Quizás la ambición, la vanidad, la usura, el egocentrismo, que es la vanidad sin empatía, etc., etc., también puede ser ignorancia, que llevan a ese hombre al lado oscuro de la política. Dónde reposa el conservadurismo a costa de lo que sea, dónde todas las ideologías dan lo peor de sí mismas. Tanto las que comienzan con ideas de igualdad y solidaridad universal, como las que contemplan la desigualdad como algo natural e inapelable, y tienen la desfachatez de calificar esa desigualdad como fuente de progreso, de la competencia, la necesidad de ir más allá de la supervivencia y demás mandangas del liberalismo.
Y aquí entramos en la corrupción de los conceptos. Permítanme para mejor explicar lo que quiero decir que por un momento atrape dos conceptos que también, corrompidos, son utilizados en nuestro tiempo, uno, como si estuviéramos en la Edad Media y el otro como si nos moviésemos en el siglo XIX.
Son los conceptos  “monarquía” e “independencia”.
Hay compatriotas que a la hora de pedir la republica frente a la monarquía, da la impresión de que Alfonso XII, Alfonso XIII y la reina regente María Cristina andan todavía sueltos. Y no es así, hace tiempo que ellos y lo que representan está muerto. Hoy en día las monarquías europeas son monarquías que apenas intervienen en la vida política de sus países. Son meros representantes, casi comerciales, de su país. De la marca de su país. Incluso la nuestra, que es de las que más poder ejecutivo ostenta, no en vano Felipe VI es el Jefe del Estado y del Ejército, tiene un cuidado exquisito a la hora de hacer intervenciones.
Hollande y Felipe VI son casi lo mismo. Se diferencian en que es muy posible que ningún hijo de Hollande sea Presidente de Francia y la hija de Felipe VI, sí. ¿Y qué? Algún hijo de algún francés lo será, puede que incluso un hijo de Hollande, en los USA saben de eso, y en Argentina, y en Rusia que Putin parece eterno, o en Venezuela. Se trata de diferentes mecanismos, sólo eso.
Porque si hablamos de los gastos que ocasionan las dos instituciones, de los privilegios de familia, la cosa está muy igualada. Y si nos referimos a las repercusiones en el pueblo, ahí tenemos a las monarquías europeas, Inglaterra, Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia, y las republicas por otro lado, Grecia, Portugal, Irlanda, Italia.
¿Alguien ve lo que estoy viendo yo?
Se puede pedir la republica por añoranza de otros tiempos pero no porque vaya a ser la salvación de la gente humilde y desamparada. No lo será.
Por la sencilla razón de que la fuerza que produce las desigualdades está en otra parte. Y es una fuerza de gran poder mimético. Se acomoda a cualquier color.
El otro concepto, el de independencia, le pasa tres cuartos no, un quilo de lo mismo.
Se enarbola la palabra independencia por parte de algunos de la misma manera que lo hacía Simón Bolívar o las republicas africanas cuando eran pasto de Inglaterra, Alemania, Bélgica, Holanda, España, Portugal i demás imperios, que lo fueron o lo quisieron ser, europeos.
Y no es eso.
Utilicemos la palabra independencia si queremos cuando se habla de nacionalismo catalán o vasco, pero pongámosla al nivel adecuado. Si no, parece que hay en Donostia mercado de esclavos y en Lleida minas explotadas desde Madrid. Algo fuera de todo propósito.
Hay que hablar de más autonomía, de adecuación de las relaciones, de respeto a las culturas autóctonas, de independencia fiscal, yo qué sé. Pero no de INDEPENDENCIA. Porque aunque parezca mentira Catalunya y el País Vasco son más independientes que dependientes.
Pues lo mismo pasa con el binomio izquierda-derecha.
Cuando, al revés que a las otras dos palabras, revitalizadas constantemente por intereses espurios y bastardos, aunque evidentes, a estas dos le pasa lo contrario, pero por inclinaciones de ética parecida. Se las quiere hacer desaparecer.
No existen las izquierdas y las derechas,
Y cuando tú, enfadado, intentas aclarar la falsedad de esa afirmación, haciendo ver lo que representan una ideología y otra, te salen con aquello de,
-¿Ah, sí!, pues mira a dónde ha llevado la izquierda a Cuba y a Rusia y a todos los países comunistas.
Entonces tú te armas de paciencia y con voz contenida les dices,
-¿Y quién te ha dicho a ti que la URSS era de izquierdas o que Cuba sigue siendo de izquierdas si es que lo fue alguna vez?
Aclaremos una cosa, el comunismo es una ideología de izquierdas. El liberalismo es una ideología de derechas. De ahí a que la URSS, que se decía comunista fuese de izquierdas hay un abismo. De ahí a que USA, que sí es de derechas, sea liberal hay otro abismo.
Se puede decir sin que haya ganas de polemizar que la URSS y USA se parecen más de lo que les gustaría. La explotación del pueblo, en uno obedece a planes quinquenales, y en el otro es algo continuo, en cadena.
Traduciendo, los poderes utilizaban en la URSS la ideología para putear al pueblo, y en los USA el dinero. El resultado no es el mismo pero tienen rasgos familiares.
Izquierda y derecha son conceptos diamantinos.
Suelo poner un ejemplo, que ya no recuerdo si lo he inventado yo o lo he leído. Lo más seguro es que sea lo segundo. Un ejemplo para entender lo que es ser de izquierdas o de derechas.
Allá va.
Hay una viejita que quiere cruzar un paso de peatones, con evidentes dificultades de movilidad.
Uno. Aparece un joven que la ayuda a cruzar. La viejita se lo agradece y el joven le contesta que ha sido un placer. La viejita está al otro lado y a salvo.
Este es un joven de izquierdas.
Dos. Aparece otro joven que la ayuda a cruzar. La viejita se lo agradece. Y le joven le dice: No, no me lo agradezca, son dos euros. Y la viejita le paga. La viejita está a salvo pero con dos euros menos.
Este es un joven de derechas.
Fácil, ¿no?
En ambos casos la viejita está a salvo. El problema en el segundo caso, surge cuando la viejita no tiene dos euros… que o se queda sin cruzar o pide un préstamo y se endeuda.
Suena, ¿no?
Como para decir que ya no existen izquierdas y derechas.
En nuestra vida diaria hay infinitos ejemplos de comportamientos sociales de izquierda y de derecha. En cada uno de nosotros. ¿Cómo puede ser que en política ya no estén de moda estos comportamientos?
Claro que están.
Como siempre han estado. Desde las cavernas.
Que la Iglesia haya ocultado los casos de pederastia durante decenios es de derechas.
Que haya sacerdotes jugándose el tipo en los barrios marginales de las grandes ciudades es de izquierdas.
Que se pelee desde los cargos públicos para que la sanidad y la educación estén al alcance de todos gratuitamente es de izquierdas.
Que se quiera convertir esa sanidad y esa educación en una actividad comercial es de derechas.
Que se limite la capacidad del pueblo para expresarse es de derechas.
Que se faciliten lugares de expresión y comunicación del pueblo con sus representantes políticos es de izquierdas.
Que los políticos cobren un sueldo en consonancia con el SMI es de izquierdas.
Que los políticos tengan privilegios sin cuento y no tengan que dar cuenta de lo que hacen es de derechas.
Y así con todas y cada una de las actividades que los seres humanos hacemos cada día.
O sea, hasta una monarquía puede ser de izquierdas... al menos de forma parcial. Lo mismo que un presidente de una república puede ser de derechas, muy de derechas. No hacen falta ejemplos. Sobran.
Siempre habrá izquierda y derecha porque al fin y al cabo ser de un lado o del otro es la forma que tengas de entender la vida entre los hombres. O de una o de otra.
Otra cosa serán los paraguas bajo los que te cobijes.
Así pues, no confundamos.
¿Qué casi hablo de moral en vez de política?
Pues claro, pero es que la política ¿no es ese lugar en que intentamos casar moral y legalidad?
Ese lugar donde la ética toca constantemente pero esta pareja no siempre encuentra la armonía para danzar, y algunas veces se pisan o  no encuentran el paso.
Y aprovechando, van algunos y confunden.
Confundir. Una actitud netamente de derechas.
Y vuelta a empezar.
¡Que no pare la música!


*En Catalunya para expresar que te quieren engañar y venderte algo aparentando lo que no es, se recurre a la expresión “se li veu el llautó” Por ejemplo a los Pujol ahora se le ve mucho “llautó”, que en el caso del PP sería latón u hoja de lata. O sea, este país más que “piel de toro” podía perfectamente ser “piel de hoja de lata”, políticamente hablando

1 comentario:

  1. Se me olvidaba: ¿Es Barcenas transversal? ¿Y Jordi Pujol, padre o hijo, tanto roba roba tanto, son transversales? Lo dejo ahí.

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